243
Cada tarde bailan en círculo las hojas secas que han caído de los árboles frente a mi puerta, es seguro que todo este tiempo que llevo viviendo aquí han querido decirme algo, pero no las escucho, no me detengo nunca, paso de largo entre ellas rompiendo ese círculo un día tras otro y las hojas no dejan de bailar, envuelven mis piernas en espiral cuando cruzo y regresan al piso a continuar dando giros y maromas retomando su círculo original.
Esta mañana salí a barrer el patio, las hojas dormían en ese mismo lugar donde su danza se hace presente cada tarde esperando que el viento las haga vivir.
Las he dejado ahí, dormidas, con su imagen impoluta, esperando verlas bailar esta tarde, quizás esta vez me detenga a escucharlas.