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Desde aquella noche me sumergí en sus ojos, con su sonrisa como único estandarte surqué los mares de su piel, guiado por su voz, única, etérea, metafísica; me convertí en ciudadano de su piel, de su cuerpo, gobernado por sus caricias y su sexo me arroje en su mundo a ojos cerrados, sin dudarlo, ese mundo del que no pretendo salir jamás.
Ojalá me supiera en cada latido de su corazón,
ojalá supiera que me tiene en cada suspiro,
ojalá supiera que visto del color de sus ojos,
ojalá me supiera viviendo inmerso en su vientre,
y que conmigo y en mí,
podrá sumergirse también.